Sharan Burrow admite estar preocupada. Y con razón. Como Secretaria General de la Confederación Sindical Internacional (CSI), representa a unos 200 millones de trabajadores en 163 países, personas que se encuentran en el extremo más agudo de una de las recesiones económicas más profundas y graves desde hace un siglo.

Nadie conoce todavía la magnitud exacta de la actual crisis económica mundial, pero ninguno de los escenarios post-Covid-19 es una lectura agradable. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que entre abril y junio se perdieron 400 millones de puestos de trabajo, a los que seguirán entre 140 y 340 millones. "Soy optimista, pero no creo que el mundo haya reflexionado realmente sobre la verdadera magnitud de la crisis potencial", afirma Burrow, que ascendió en el movimiento sindical australiano antes de asumir la dirección de la CSI en 2010.