"El año 2020 ha traído cambios sin precedentes a la economía mundial y al mundo laboral. El 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calificó el nuevo brote de coronavirus de pandemia e instó a los gobiernos de todo el mundo a tomarse las cosas en serio y prepararse para la primera oleada de la emergencia de salud pública con varias medidas drásticas, una de las cuales fue el cierre patronal en muchos países (OMS, 2020a). Con la entrada en vigor de los cierres patronales o las medidas de permanencia en casa, se ordenó a gran parte de la plantilla que se quedara en casa y siguiera trabajando a distancia, si sus funciones se lo permitían. Organizaciones que ya estaban familiarizadas con el teletrabajo, así como organizaciones que no habían experimentado antes con el teletrabajo, enviaban a sus empleados a casa, creando las condiciones para el experimento de teletrabajo masivo más extenso de la historia.

Aunque el número de personas que teletrabajan a tiempo parcial o a tiempo completo ha ido aumentando gradualmente a lo largo de los años (Eurostat, 2018), la pandemia sin duda ha acelerado la adopción de modalidades de teletrabajo por parte de los empleadores. En un escenario como el de la pandemia COVID-19, el teletrabajo ha demostrado ser un aspecto importante para garantizar la continuidad del negocio, mientras que en circunstancias normales sus beneficios incluyen la reducción del tiempo de desplazamiento, una mayor oportunidad para que los trabajadores se centren en sus tareas laborales lejos de las distracciones de la oficina, así como una oportunidad para un mejor equilibrio entre la vida laboral y personal. El teletrabajo ofrece a los trabajadores la oportunidad de un horario más flexible y la libertad de trabajar desde un lugar alternativo, lejos de las instalaciones de la empresa. También puede haber riesgos, como el aislamiento (sobre todo para las personas que viven solas) y la pérdida de contacto con los compañeros de trabajo, que es esencial prever y prevenir."